¿Qué son los valores?
Son los principios, cualidades o ideas que comparten la mayoría de los seres humanos respecto a lo que se considera correcto o incorrecto. Estos principios ponen al hombre en un plano de superioridad respecto a otras especies y esto es gracias a la moral, ya que orientan la acción de los seres humanos que quieren hacer lo correcto y lograr ser mejores personas.
¿De dónde surgen los valores?
Los valores surgen de la persona misma. Ella (la persona) es la única que puede tener valores, porque es el único ser aquí en la Tierra que puede preguntarse sobre sí mismo y sobre lo que para él es importante, mientras que los animales y las plantas no reflexionan sobre sus acciones; simplemente actúan por instinto y por necesidad.
La familia es, sin duda, la base de la enseñanza y aprendizaje de los valores y en muchos casos los padres no son conscientes de la importancia que puede llegar a tener en sus hijos una acción determinada. Los padres deben considerar que cualquier cosa que digan o que hagan representa un modelo de comportamiento para sus hijos.
La socialización de los valores continúa luego en los colegios, en un proceso constante de aprendizaje para los niños de todas las edades.
¿Dónde están los valores?
En un paisaje (hermoso), en una persona (honesta, virtuosa, entre otros), en una sociedad (tolerante, justa, pacífica), en un sistema político (legal, justo, no corrupto), en una acción realizada por alguien (buena, loable, que sirva de modelo), en una empresa (organizada, responsable, honesta, confiable), entre otros.
¿Por qué es tan importante tener valores?
Los valores son los principios éticos que dan sentido a nuestra vida, orientan la actividad humana, nos ayudan a tomar decisiones diariamente, nos permiten descubrir nuestras virtudes y defectos, demuestran la clase de persona que somos, demuestran nuestro comportamiento ante la vida y las diferentes situaciones que enfrentamos, y finalmente nos ayudan a aceptar y comprender a los demás, facilitando nuestras relaciones interpersonales.
Clasificación de los valores
Todos los valores persiguen como fin último mejorar nuestra calidad de vida. La clasificación más extendida es la siguiente:
Morales o éticos: Su práctica nos acerca a la bondad, honestidad, tolerancia, responsabilidad, solidaridad, paz, lealtad y amistad, entre otros.
Sociales: Son aquellos que perfeccionan al ser humano en su relación con los demás, como por ejemplo, la amabilidad, honestidad, solidaridad, servicio.
Afectivos: Como la amistad, el amor.
Intelectuales: Nos hacen apreciar la verdad y el conocimiento, perfeccionan al hombre en relación al intelecto, razón y memoria.
Vitales: Son aquellos que se relacionan con la vida física, con las vivencias cotidianas, con las necesidades básicas, la naturaleza y el bienestar personal.
Económicos: Proporcionan todo aquellos que nos es útil; son, en el fondo, valores de uso y cambio.
Valores éticos y morales
Son aquellos que se consideran indispensables para la correcta convivencia de los individuos en sociedad y cuya enseñanza como se planteó anteriormente comienza en la familia, como:
Respeto: tiene que ver con aceptar al prójimo tal como es, con sus virtudes y defectos, reconociendo sus derechos y necesidades. Decir las cosas educadamente, sin herir, violentar o insultar a nadie, son muestras de respeto. La educación en el respeto empieza cuando nos dirigimos a nuestros hijos correctamente, de la misma manera que esperamos que ellos se dirijan a los demás.
Sinceridad: la sinceridad es el pilar en el que se sustenta la confianza. Para que nuestros hijos no mientan, no debemos abusar de los castigos: los niños mienten por miedo al castigo.
Renuncia a la violencia: que nuestros hijos no sean violentos depende mucho de que sus padres no les griten, les peguen o les falten el respeto.
Disposición a ayudar: conseguir que los niños ayuden a los adultos y a sus iguales se consigue fácilmente: sólo debemos aceptar desde el principio sus ganas de ayudar, encomendarles pequeñas tareas y adaptarlas siempre a su edad y sus posibilidades.
Cortesía: tiene que ver con el respeto, la consideración y los modales. No tiene que ver con no poder hacer algunas cosas porque no es de buena educación, sino en hacerlas diciendo “ por favor”, “gracias” y “¿puedo?”
Consideración: tiene que ver con saber renunciar a los propios intereses en beneficio de los de los demás. Si los niños ven que sus necesidades se toman en serio, les será más fácil respetar las de las otras personas.
Tolerancia: tiene que ver con la aceptación y el respeto hacia la gente que es diferente, hacia lo que nos resulta extraño, desconocido o poco habitual.
Responsabilidad: tiene que ver con la confianza que tenemos en que nuestros hijos sabrán asumir algunas tareas y las cumplirán. Tiene que ver con la conciencia de que las acciones o el incumplimiento de las mismas tienen consecuencias para otras personas o para nuestro propio hijo.