El juego constituye un excelente dispositivo educativo: la experiencia lúdica no sólo resulta altamente placentera, sino que permite arribar al conocimiento, la creatividad y la construcción social de la persona.
Actualmente, con la incursión de la conducta de juego en la virtualidad y la aparición de una diversidad de modalidades de juego antes insospechadas, necesitamos repensar la teorización e investigación sobre el mismo, desechar la idea de que sólo los niños juegan y que éste es un comportamiento que, siendo tan satisfactorio para el jugador, sólo sirve para “perder el tiempo”.
Los “juegos en línea” revisten una serie de características que los sitúan como buenos candidatos para complementar el proceso de enseñanza y aprendizaje: son motivadores, comprometen la actividad y el interés de los estudiantes, despiertan la imaginación y la innovación para resolver problemas.
El efecto de la gamificación o de los juegos serios en el aprendizaje según National Foundation for Educational Research (NFER), confirma que:
Los videojuegos tienen un efecto positivo en las habilidades para resolver problemas y en la adquisición de conocimientos.
La mayoría de los estudios que examinan el impacto de los videojuegos en la motivación y en el compromiso de los alumnos encuentran resultados positivos.
Los pocos estudios que analizan si los videojuegos afectan a las actitudes ante el aprendizaje, encuentran una relación positiva.